Con 17 años, llegó a mis manos un libro de Tai Chi y Chi Kung, que despertó en mi un gran interés, y empecé a practicar estilo Yang en Menorca, con un profesor.
Al año siguiente me trasladé a Mallorca y, en un curso al que asisití, conocí al Maestro Pedro Valencia, presidente de la Fundación Hun Yuan. Tras una intensa formación siempre guiada por mi maestro, empecé a impartir clases en Mallorca, en septiembre del año 2000. Tenía 23 años y mucha ilusión. Sabía que con constancia y esfuerzo conseguiría dedicar mi futuro a la práctica de este arte marcial, que es en si un estilo de vida.
El mundo actual, tan cambiante, nos conduce a una vida de continuo estrés y desconexión con la naturaleza. Esta desarmonía en nuestro organismo y nuestras emociones puede reconducirse con la práctica del Tai Chi. Aprendemos a conocernos a nosotros mismos y a abrir nuestro corazón a los demás, empatizar, y proyectar generosidad, amabilidad y bondad.
La práctica del Tai Chi es el camino para empezar a conocernos, cambiar lo que no nos gusta y potenciar lo que realmente queremos ser.
Además, la práctica de Tai Chi y Chi Kung nos ayuda a adquirir nuevos hábitos saludables que conllevan múltiples beneficios físicos, mentales y emocionales. Los practicantes acabamos sintiéndonos como una gran familia.
Pero no podemos olvidar que Tai Chi Chuan también es un arte marcial. En la escuela Hun Yuan trabajamos Baji Quan, una forma de Kung fu que integra deporte y defensa personal y la filosofia de las antiguas artes marciales chinas.
Me siento una persona muy afortunada, al poder dedicarme a impartir enseñanzas de Tai Chi, Chi Kung y Kung Fu, e intentar aportar mi granito de arena para trabajar en beneficio de una sociedad mejor y una vida más consciente.