El verano tardío es una época de transición entre finales de verano e inicio de otoño; más concretamente, de finales de agosto a principios de octubre. Aunque todavía disfrutamos de días extensos, se percibe un cambio sutil en la brisa fresca de la tarde. Esta estación, si bien es corta, puede ser un tiempo de metamorfosis tanto en la naturaleza que nos rodea como en nuestro interior.
El verano tardío marca la transición de las energías Yang, asociadas con el crecimiento, la floración y la fructificación de la primavera y el verano, hacia las energías Yin, relacionadas con la cosecha, el almacenamiento y el aletargamiento del otoño e invierno. Pasamos de la exteriorización (Yang), ligada a la actividad y la alegría, a la interiorización (Yin), que implica recogimiento y relajación. Esta etapa se relaciona con el elemento Tierra, que representa el centro estable de nuestra existencia, conectándonos con nuestra esencia. El sabor dulce, el color amarillo-dorado y las emociones de empatía, confianza y reflexión son característicos de esta estación.
El elemento Tierra simboliza nuestra necesidad de estar conectados con la naturaleza y de establecer firmemente nuestras raíces en una base sólida.
Buscamos la estabilidad en nuestro hogar, en la comunidad y en el entorno laboral, lo cual nos brinda armonía y fortaleza. A pesar de los cambios y los desequilibrios del mundo exterior, podemos afrontar estos desafíos cultivando una estabilidad interna robusta y flexible.
El bazo y el estómago en la Medicina Tradicional China
Según la Medicina Tradicional China, el bazo gobierna el final del verano, y su entraña asociada es el estómago. Estos órganos forman un tándem esencial para el funcionamiento del organismo, representando el equilibrio armonioso del Yin y el Yang. El estómago, con su energía descendente, necesita humedad y frescura, mientras que el bazo, con su energía ascendente, prefiere la sequedad y anhela el calor. El estómago recibe la nutrición y toma la energía de los alimentos, mientras que el bazo la distribuye por el cuerpo, siendo fundamental para sentirse bien y prevenir la enfermedad, por lo que todos los órganos dependen de él. Si el bazo enferma, todo el cuerpo enferma con él. Equilibrando adecuadamente la dieta facilitaremos la digestión y ayudaremos al cuerpo a una mejor asimilación nutritiva. Cuando el bazo y el estómago están fuertes y en equilibrio nuestras defensas aumentan, gozamos de buena energía, el estado de ánimo es relajado, y los músculos están bien definidos. Por el contrario, un desequilibrio en estos órganos puede llevar a problemas digestivos, un sistema inmunológico deprimido con resfriados frecuentes, gripe o alergias, y tendencia a tener músculos blandos o exceso de peso, además de problemas emocionales.
Emocionalmente, el bazo gobierna la voluntad, la memoria y la capacidad de formarse opiniones. Un bazo en desarmonía retiene fracasos vividos, frustración, preocupación, duda y apatía, y puede llevar a la persona a sentir cansancio mental, poca concentración, sensación de bloqueo y ansiedad, pudiendo llegar incluso a darse por vencida, perdiendo la visión de futuro y el deseo de vivir. Cuando está en armonía, hay un pensamiento organizado, una clara estructuración de ideas y una notable capacidad para el aprendizaje, la memoria y la concentración. Además, la persona se siente activa y con entusiasmo por la vida.
Observar nuestra forma de actuar en el día a día nos puede ayudar a detectar una desarmonía en nuestro bazo.
Al estar conectado con el estómago, un bazo desequilibrado puede inducirnos a ingerir alimentos excesivamente dulces o muy salados para calmar la ansiedad. En este caso, es importante optar por alimentos lo más naturales posible y comerlos con moderación. Si el desequilibrio es grande, el bazo puede incluso hacer que el estómago se cierre, perdiendo el apetito, o llevarnos al extremo contrario, generando una necesidad de comer en exceso. Es fundamental buscar herramientas que nos permitan volver al equilibrio.
Dieta y estilo de vida en el verano tardío
Los hábitos alimenticios son clave para un buen trabajo digestivo y para mantener fuertes el bazo y el estómago. Una dieta equilibrada mejora todos los aspectos de nuestra vida: rendimiento, personalidad, sueño y estado mental y emocional. La dieta alcalina, rica en frutas y verduras, mantendrá nuestro organismo en equilibrio durante todo el año. Sin embargo, es recomendable separar las frutas de otros alimentos, ingiriendo éstas preferiblemente por la mañana o a media tarde, para facilitar su digestión, y evitar mezclar proteínas con féculas. Además, es aconsejable eliminar el azúcar blanco y las harinas refinadas de nuestra dieta, ya que absorben la energía de nuestro organismo.
Durante el verano tardío, debemos continuar con una dieta ligera, típica del periodo estival, si el clima es suave, pero evitando alimentos o bebidas frías y crudas, que pueden debilitar el bazo. Según la Medicina Tradicional China, los alimentos crudos y fríos causan humedad en el bazo, lo que eventualmente lleva a que este órgano se vuelva lento y frío, desencadenando una serie de afecciones de salud.
Debemos evitar la humedad y las situaciones que provoquen ansiedad o falta de voluntad.
Al acercarnos al equinoccio de otoño, incluiremos más alimentos ricos en proteínas -especialmente leguminosas, pescados y huevos-, cereales integrales, que tonifican bazo y estómago, miel y frutos secos.
Los alimentos de tonos amarillos, terrosos y anaranjados, como legumbres, calabaza y boniato, son especialmente recomendables. Además, es importante disfrutar del dulzor natural de ciertas verduras y de compotas de frutas como manzanas, peras, orejones o ciruelas. Las infusiones después de la comida principal pueden relajar el estómago, facilitar la digestión y promover momentos de reflexión y sosiego.
También es beneficioso realizar ejercicio moderado diario: practicar tai chi, chi kung y meditación, nadar en el mar o pasear por lugares agradables donde podamos observar la lejanía.
En conclusión, mantener nuestro centro estable durante el verano tardío nos dará el equilibrio necesario para enfrentar las dificultades con serenidad y control. Aprovecha la luminosidad y el clima templado para estar al aire libre, disminuye el ritmo de actividad del verano y aumenta el tiempo que pasas contigo mismo. Tras los meses de fuego y expansión, es hora de volver a nosotros.
Fuentes consultadas:
Beinfield, Harry & Korngold, Efren (1991). Entre el cielo y la tierra. Los cinco elementos en la medicina china. Los libros de la liebre de Marzo.
Hass, Elson M. (2007). La salud y las estaciones. Vida Natural.